Poquet a poquet se fa paret

Llega septiembre. Mes de propósitos, planes, depresión postvacacional, atascos, vuelta al cole, colapsar gimnasios, reencuentros, cenas, vuelta a la rutina, papeleos, desembolsos importantes, obras inacabadas, programación de otoño y una larga lista. Pero si por algo se caracteriza septiembre no es por la vuelta de Gran Hermano, sino por los coleccionables.
Desde los más oscuros rincones de los almacenes más oscuros de las editoriales, planificados por la más oscura de las mentes de los oscuros trabajadores, llegan en masa, cientos y cientos de ellos. Atrapan a incautos quiosqueros en sus puestos de trabajo, obligándoles a venderte el periódico tras un inexpugnable muro de casitas de muñecas y abanicos del siglo XVIII.
La verdad es que hay coleccionables de todo tipo, aunque hoy en día se repiten más que la capa de Ramón García. Los hay absurdos, grotescos, curiosos, inútiles, llamativos, estrambóticos, vamos, para todos los gustos. Hay de esos de monta tu propia República Bananera con Cártel, en fáciles pasos, o construye tu propio Submarino Nuclear B-12. Que te paras a contarlo y te sale más barato comprar directamente el cacharrito de marras, además para cuando tengas todas las piezas (que no digo ya montado) a tu nieto le han salido canas.
Lo mejor de este tipo de colecciones es la planificación de la entrega de piezas. Siempre te dan una pieza lógica (entendamos lógica como una pieza por donde es viable comenzar la construcción) y otra de decoración, que no te sirve de nada hasta el final. Ejemplo: con la primera entrega, el núcleo del condensador de flujo de tu DeLorean para viajar en el tiempo y el perrito que mueve la cabeza para la bandeja de atrás, o con el primer fascículo un pilar maestro de la nave principal de tu catedral gótica y el tirador de acero forjado para la puerta.
Después están los coleccionables engañabobos. Relojes, abanicos, muñecas indochinas únicas de colección, y en el anuncio sale un vejete con pinta de artesano ancestral diciendo "nunca había visto uno/a como este", y te remarcan que son piezas únicas. Muy bien, ¿cómo van a ser únicas si es un coleccionable que tiene una tirada de 100.000 unidades?.
También está la regla de que la primera entrega tiene que valer menos de cinco euros, cuanto más bajo mejor para enganchar bien, y siempre que sea x euros 95 céntimos, que parece más barato.
Encima, cada año salen los mismos coleccionables pero con la cara lavada. El robot cutre de hace dos años ahora habla, y el año que viene será un cyborg. En lugar del coche de Alonso montamos el avión del Barón Rojo. La casa de muñecas chinas, ahora es de neozelandesas. Los abanicos sustituyen a los soldados medievales. Y así seguiremos hasta el fin de los días de la civilización moderna.
Bueno, pues yo os dejo que tengo que ir a comprar mi fascículo de crear mi propio Eje del Mal, con la primera entrega me viene un enriquecedor de plutonio y un turbante para mi jefe de estado.

La playa (pero no la peli de Di Caprio)

El otro día decidí cambiar mi moreno pantalla TFT por un moreno real, así que, ni corto ni perezoso, me planté en la playa. A pesar de no haber ido en todo el verano, la verdad es que vi cosas que nunca cambian.
Para empezar, los autobuses que llegan van más cargados que un tren indio. Se abren las puertas y la gente sale a reacción estilo marine americano, lo único que su objetivo es plantar la sombrilla en alguna parte. Pues bien, llegas a la playa, y lo primero que te encuentras es una gran extensión de arena ardiente. No importa que lleves chanclas, ni que haya pasarela de madera (normalmente demasiado corta), si no tienes las plantas de los pies como un hobbit parece que estés pasando por encima de la cenizas en la fiesta de San Juan.
Al final de nuestra travesía (tras haber cavado pequeños hoyos para enfriar los pies) llegas a una zona donde cabe tu toalla, así que la extiendes, miras al mar, y te tumbas. Disfrutas del olor del mar, de la brisa fresca. Ahora es el momento de ponernos bronceador a fin de evitar convertirnos en Rodolfo Langostino. Nos protegemos como buenamente podemos y ya estamos listos para tomar el sol.
Nos relajamos, oimos el rumor del agua, los sonidos de nuestro alrededor y nos empieza a entrar sueño. Seguimos disfrutando de nuestro disco de chill-out marino en directo, mientras cada vez los sonidos son más lejanos... y entonces aparece Él. Un personaje que nunca falta en las playas, no, no es el socorrista, tampoco el vendedor de alfombras. Es el niño de cerca de cinco años que corretea alegremente por la playa.
Justo en el momento en que estás a punto de lograr la paz interior, el niñito te corta el camino al Nirvana pasando por tu lado a toda velocidad, arrojando sobre ti toda la arena que es capaz de levantar. Te incorporas fastidiado, pero al fin y al cabo es un niño. Al momento el niño vuelve a pasar por tu lado, esta vez mojado, arrojándote arena y agua fría. Al cabo de una cuantas repeticiones te preguntas por qué con el sitio que hay siempre pasa por tu lado, que encima no le viene de camino. Como colofón, vuelve a aparecer el niño, pero esta vez seguido de su madre de volumen ligeramente mayor al de su hijo, así que la cantidad de arena sobre ti es esta vez aún mayor.
A estas alturas estas harto de tomar el sol, así que decides ir a bañarte, no sin antes recordarte que estás entre las sombrillas de San Miguel y Kodak. Conforme vas entrando en el agua fría, oyes un chapoteo acercarse y te giras a tiempo de ver al pequeñín entrar en tromba con el amiguito que ha hecho hoy salpicándote completamente. Claro, que si vas con amigos siempre hay uno que salpica a los demás, siempre. Bueno, como tenías que mojarte igualmente no le das demasiada importancia, y ya que estás en el mar decides estirar los músculos, así que nadas un poco hacia dentro. Pero la gente de alrededor te mira de forma inequívoca, en sus ojos se lee "¡mira!, ese va a mear".
Decides volver a un sitio donde hagas pie y te quedas ahí embobado un rato. Ensimismamiento del que te saca una pelota hinchable de Nivea. La recoges y se la devuelves al niño de antes que ya se ha montado un equipo de waterpolo. Al rato, un par más de chavales en barca pasan por tu lado casi arrollándote y tres más hacen volcar la colchoneta donde iba montada una jovencita. Y es que la playa tiene ese curioso efecto en la gente, te entran ganas irrefrenables de hundir la cabeza de los demás en el agua, de salpicarles y de hacerles todo tipo de perrerías acuáticas.
Al fin decides volverte a tu toalla. Llegas y te encuentras con ella llena de arena, así que no te queda más remedio que secarte al sol tras la ducha con agua dulce. Cuando vuelves a notar la piel caliente, es hora de irse, así que metes tu toalla llena de arena en tu mochila llena de arena, y te vuelves a casita. Un año más hemos cumplido con la ancestral tradición de ir a la playa.

Metallic way of life (El finntroll de mi finntrolleria III)

Ya estamos dentro de la zona de conciertos y ahora tenemos una primera misión: acercarnos a la caseta de tickets y comprar un montón de litros de cerveza, porque no podemos deshidratarnos y el calor suele ser agobiante.
Ahora hay que poner a prueba a las camareras de las barras y asegurarnos de que en momentos de necesidad nos atenderán rápidamente. Una vez con los suministros de cerveza en buen estado, nos acercamos al escenario donde están buscando a "Juantxu" insistentemente sin encontrarlo. Nos paramos a cierta distancia, nos hacemos la primera foto con el escenario a nuestras espaldas, y preguntamos aquello de "¿quién toca ahora?". Aquí es cuando hay que demostrar culturilla, véase el ejemplo:
-Tocan los "Deshollinadores de las Chimeneas del Infierno". No se que tocarán.
(Opción 1)-Ummm... me suena que tocan trash-power-alpino, algo parecido a "Mamoplastia" pero con más melodía.
(Opción 2)-Son trash-power-alpino, están guapos. Yo me bajé un par de discos y molan. Tienen un temazo que se llama "stones in the dark wood" que se sale, si lo tocan me da algo.
(Opción 3, la mejor)-Son trash-power-alpino. Yo les vi como teloneros de John Noone en Barcelona cuando vino en solitario con el bajista de los "Discípulos de Alf" y el bateria de "Atapuerca". No estuvieron mal, pero el sonido fatal, aunque el guitarra es bueno el cabrón, antes tocaba con un coro de monjes nepalís.
Ahora todos los de alrededor saben que controlamos de metal. Después de algunos comentarios banales sobre el tiempo de la zona, los grupos que queremos ver hoy y demás, es hora de que empiece el concierto y se dice aquello de "bueno, vamos a ver que tal estos", inmediatamente después aplaudiremos a la banda y silbaremos para animarles. Si nos gusta, nos giraremos hacia algún amigo y poniendo cara "quién lo iba a decir" comentaremos: Ah! Pues meten cañita los tipets. Dependiendo del grado de emoción, nos acercaremos a las primeras filas para intentar conseguir una púa (para cuando sean famosos) o nos quedaremos donde estamos, para despedirles con aplausos (aunque no nos hayan gustado, no es cuestión de desmoralizarles). Si el grupo toca alguna versión, o tienen una canción conocida, hay que decir aquello de "yo esa la toco con mi grupo, nos queda de puta madre, aunque el solo lo cambiamos un poco". Ahora hay que esperar una media hora hasta que empiece el siguiente concierto, así que miraremos a la peña y les diremos "bueno ¿qué?, una birra", la cual acompañaremos de comentarios del show, donde siempre hay que decir que el sonido estuvo mal y que el cantante no llegaba a los tonos altos, eso queda muy bien y parece que entiendes del tema.
Aprovechando que tocan unos que no nos gustan nada, recorreremos los tenderetes, donde podremos encontrar todo tipo de complementos heavy, desde anillos de calaveras a armaduras medievales completas, muy prácticas con este calor. Compraremos alguna chapa, pulsera o similar, y nos acercaremos a referescarnos a las barras. Luego nos iremos al escenario otra vez a ver al siguiente grupo, momento que aprovecharemos para quitarnos la camiseta y así poder lucir los tatuajes que tanto nos han costado.
Poco a poco, van pasando los grupos uno tras otro, anochece, y llega el momento del cabeza de cartel. Después de haber descubierto alguna banda y, gracias al nivel de alcohol, haber saltado como posesos en las primeras filas, llega nuestro favorito. Comentamos las veces que los hemos visto en los más variopintos lugares, y nos preparamos para recibirles.
Empieza el concierto, movemos la cabeza adelante y atrás, también meneamos la espalda, las piernas, esto es mejor que el método Pilates. Ahora llega el momento del "air guitar". Empezamos a emular a nuestros ídolos en nuestra guitarra imaginaria, ¡qué solos! ¡pedazo de riff!, no parece tan difícil, me sale de puta madre, parece hasta que toco yo. Extasiados tocan nuestro tema favorito, ¡ohhhhhh, siiiii!. Nos sabemos el set list de memoria, para algo son nuestro grupo predilecto, sabemos que van a hacer el bis, van a tocar ese tema que estamos esperando... la baladita. Porque, aunque un heavy nunca dirá que le gustan las baladas, a todos les encantan. El heavy es un ser que ama, siente y padece tras su dura coraza forjada de metal, en ocasiones perforada. En este momento, el heavy llama a su novia para conectar con ella a un nivel astral, y pasado el mágico momento, vuelve a ponerse la cota de malla, mirando alrededor a ver si alguien le ha visto. Nada, seguimos siendo el más duro del barrio. Nuestro ídolo termina el concierto con la recurrente frase (que siempre nos creemos) de "habéis sido el mejor público de toda mi vida, viva España, gracias y hasta pronto", y nos acercamos a la barra de nuevo con los ojos vidriosos, extasiados y contentos de la descarga que acabamos de ver. Comentamos con los colegas el concierto, y llegamos a la conclusión de que se han salido.
Ahora sólo queda ir a la tienda a dormir, un par de días más parecidos y vuelta a casa.

Metallic way of life (El finntroll de mi finntrolleria II)

En esta entrada vamos a ver cómo es la vida de un metalero (heavy común) en un festival de heavy metal.
La preparación del viaje es fundamental: una bolsa de deporte llena de camisetas negras, pantalones cortos con cadenas, mudas limpias, crema solar, tienda de campaña del carrefour y una bolsa nevera con mucha cerveza para el largo camino en autobús. Después de unas cuantas horas de viaje, con el autobús transformado en el "yellow submarine" de los Beatles, los tímpanos acostumbrándose a los decibelios con los recopilatorios de las bandas más punteras, se llega al festival. Y empiezan las aventuras.
El autobús para lejos de la acampada y tienes que cargar con todos tus pesados trastos, primero hasta entrada de la zona de conciertos, para que te marquen como al ganado con tu pulsera fluorescente, y luego deshacer el camino hasta la zona de acampada. Llegas con los brazos destrozados pero nunca lo dirás, ¿acaso no estás hecho de metal?, el dolor no existe para el heavy. Ya en la acampada, tienes que elegir sitio entre todos tus colegas para plantar el campamento base, y esto es más dificil que hacer que Pocholo se deje las drogas. Al final, se encuentra un sitio a gusto de todos, lejos de los servicios y duchas (para evitar las posibles riadas) y se procede al levantamiento de las tiendas.
Esto es francamente divertido. Abres tu nueva tienda orgulloso sabiendo que jamás volverá a caber en su funda, estiras las lonas, miras con escepticismo los palitos que forman el armazón, observas a tus compañeros y haces la pregunta que todo el mundo hace: ¿alguien sabe cómo coño va esto?. Mirando las instrucciones y, con los sabios consejos de todo el que te ve montar la tienda, acabas construyendo tu morada. Le haces fotos para que luego todos vean lo bien que te quedó, pero por dentro piensas "no se si esto va a aguantar mucho", y dices a los de alrededor aquello de "bueno, mientras que no llueva ni haga aire, bien". Eso es seguridad, si señor, una tienda que resiste a los elementos como ninguna.
Ahora procedemos a amueblar la tienda de campaña, porque al heavy, al contrario de lo que se piensa, le gusta dormir como un señor, ya lo dijo Tolkien "...era una tienda heavy, y eso significa comodidad". Cogemos la colchoneta con cubierta de pelillos que hacen que no se enfríe el plástico por la noche, y procedemos a hincharla, pero entre el cierre de seguridad y nuestros maltrechos pulmones nos tiramos casi una hora para hincharla totalmente. Caras rojas como tomates, agujetas en los labios de tanto soplar y casi sin poder respirar, pero ha valido la pena. Ahora se establece las tiendas que guardarán la comida y las del resto de materiales, y ya casi estamos listos para ir a la zona de conciertos.
Ponemos el arroz para que se haga al horno en la tienda (las temperaturas alcanzadas durante el día dentro de una tienda del metal llegan a ser increíbles) y revisamos nuestra indumentaria. Camiseta negra de algún grupo que nos guste, chaleco vaquero lleno de parches por encima fabricado con una vieja chaqueta, pantalones cortos para evitar el calor, zapatillas de montaña para poder estar de pie mucho rato, cadenas, anillos, gafas de sol, bronceador para no quemarnos, cámara de fotos y ya estamos listos. Aunque también puede irse disfrazado de estrella del rock o de Obelix, como en el último evento.
No volveremos al campamento hasta bien entrada la noche, cuando tras montar algo de jaleo, se dormirá como bebés un par de horas hasta que amanezca. Tras levantarnos, inmediatamente nos acicalaremos en las duchas comunales unisex y procederemos a desayunar. Medio escondidos en la tienda, nos tomaremos un zumito o similar con alguna magdalena, pero un poco después, haremos ver que nuestro verdadero desayuno es un litro de cerveza, porque ante todo somos duros.
Y ahora si que si, ha llegado la hora de ir a los conciertos. Caminamos animadamente hasta la entrada, con la cámara de fotos escondida en alguna parte de nuestra indumentaria por el tema de los derechos de autor, y tras las miradas de los seguratas entramos.
Más en la próxima entrada.

El finntroll de mi finntrolleria

Recientemente, he viajado a las ancestrales tierras del Norte a través de vastas llanuras y escarpadas montañas, para encontrarme con los dioses del metal venidos de los atrios del Valhalla. O lo que es lo mismo, asisití a la segunda edición del Metalway Festival celebrado en la localidad vasca de Gernika (y ya van 4 grandes slam).
La verdad es que el festival estuvo muy bien y, como siempre, hubo de todo: buen rollo, un servicio decente, buenas actuaciones, precios abusivos, sorpresas matinales y demás.
Pero el aparte de para entender por qué Tobias Sammet persiguió a Sharon Den Adel durante dos Avantasias, preguntarnos cuándo dejará el cigarro Michael Weikath, comprobar que Mille Petrozza sigue gritando más que un árabe matando infieles, verificar que Angela Gossow canta como canta, pensar en cuánto le falta al bueno de Hansi Kürch para dar a luz o por qué los viejos rockeros nunca mueren, el festival sirvió para observar todo tipo de curiosidades que merecen ser comentadas aparte, fieles al estilo de esta página.
Así que en las próximas semanas espero compilar las mejores anécdotas y dar a conocer el maravilloso mundo de los festivales de Heavy Metal. Mientras tanto, ¡por el ojo sano de Odín!, buscad algo que hacer.

La búsqueda

En este continuo padecer que es el día a día, he tenido la fortuna de experimentar la diversión en el más extremo de sus grados. Si pensábais que no se puede disfrutar más que en Zanjaventura, estábais equivocados y, espero que la siguiente historia os inspire a la hora de pasarlo bien.
Dicen que dentro de un coche pueden vivirse experiencias increíbles, seguramente hablarán de esto. Resulta que yo vivo en una zona relativamente céntrica de la ciudad, en una calle que soporta un gran porcentaje del tráfico rodado, y por esto tuve que adquirir un bonito garaje cercano a casa. Hasta aquí todo muy bonito, pero el otro día, por culpa de los responsables de Zanjaventura, tuve que buscar aparcamiento a las dos del mediodía de un sábado. Bajaba yo antes de lo normal, contento e ignorante, pensando en ese platito en la mesa esperándome, cuando al encarar la puerta del garaje me sale al paso un señor con bigote, casco y mono azul, que entre gestos similares al baile del aserejé y monosílabos me indica algo así como "no se puede entrar, cemento secándose". Yo le acribillo con la mirada al más puro estilo Bruce Willis y me digo "él no tiene la culpa, sólo hace su trabajo". Así que nada, me dispongo a buscar aparcamiento (aún de buen humor). Empiezo a dar vueltas a la manzana y me encuentro con que hasta las esquinas están ocupadas, así como pasos de cebra, paradas de autobús y accesos para minusválidos. Un señor había aparcado dentro de un chino de esos de todo a cien, porque como nunca cierran luego puede sacar el coche sin problemas. Mi indignación va creciendo conforme pasan los minutos, sigo dando vueltas sin parar, cuando veo un hueco me lo he pasado y tengo que dar la vuelta, pero cuando llego ya no hay hueco, sólo una familia feliz bajando de un monovolumen mientras el padre dice "mira, a la primera, para que luego digan que es difícil aparcar". Aunque aún es peor cuando encuentras un sitio, y ves en él a una mujerzuela que te dice que lo está reservando para su marido, y ahí el que te reservas de mandarlos a la mierda eres tú.
Llevo tantas vueltas a la manzana que en la esquina hay un señor que cada vez que paso me saca un letrero con el tiempo que me lleva Alonso de ventaja. El plato en la mesa debe ser ya una especialidad noruega, por lo frío que tiene que estar. Así que decido concentrarme en la búsqueda y como todo el mundo, apago la radio. Con esto incremento la fiabilidad y potencia de mis sentidos, ahora puedo oír motores que se encienden, soy casi un jedi... pero nadie se mueve de su sitio. Voy incrementando el radio de las vueltas, visitando calles de los alrededores, pero allí tampoco hay sitio. Ajeno a que mientras esté en los alrededores hay un sitio libre justo delante de mi casa que llegaré a ver cómo ocupa el coche de delante de mi, sigo mi búsqueda. Los ojos me van de lado a lado a la velocidad del rayo -calcadito al dibujo del marine del Doom II que salía en la parte de abajo de la pantalla-, el coche casi calándose para poder reaccionar a tiempo. Doy tantas vueltas al barrio, que si tuviera un coche de bomberos a la izquierda y una olla de caníbales delante creería estar en el tiovivo. Un vejete en un semáforo me dice que él lleva desde el 74 buscando aparcamiento.
Mi madre me llama por el móvil -previa parada en doble fila, que hablar por el móvil mientras conduces es delito-, lo cojo, y me pregunta si me han hecho un secuestro express o me he ido al Caribe sin avisar. Que el plato de comida se enfría, y encima echándome la culpa de mi tardanza. Claro, todos esperándome para comer y, egoísta de mí, gozando en un coche más que Pocholo en un after.
Estoy ya tan cabreado que decido dejarlo encima de la acera, justo en el momento en que aparece un coche de policía y con aquello de "circule caballero" me hace desistir. Ahora empiezo a desear que inventen el botoncito que convierte el coche en una cápsula que te cabe en el bolsillo, al más puro estilo Dragon Ball. También me ronda por la cabeza el presupuesto necesario para mantener un helicóptero, que me ahorraría atascos y podría aparcar en la terraza de casa. Casi una hora dando vueltas, estoy por llamar a mi padre y que baje a dar unas vueltas mientras yo como, algo parecido a las 24 horas de Le Mans. Realmente esto de aparcar es como el juego infantil de las sillitas, pero aquí, en lugar de haber una silla menos que el número de participantes, sólo hay una silla por cada cien participantes.
Al final, después de intentar aparcar dentro del ayuntamiento para que viniera la grúa y me lo aparcara en el depósito municipal, justo cuando iba ya a planificar mi vida dentro del coche, dónde poner la tele y dónde el microondas, encontré un sitio cojonudo -también llamado sitiazo-. Estaba ahí, sin nadie que lo ocupara, espacioso. Con ojos llenos de lágrimas, completo la maniobra que tantos suspensos provoca en las autoescuelas, bajo del coche y miro lo bien aparcadito que está, a la sombra de un cartel con el nombre de mi ciudad tachado en rojo.

El Día de la Bestia

Como todos sabemos de haber oído en alguna parte, hoy 6-6-2006 es el día de la Bestia. Muchas mujeres embarazadas que salían de cuentas hoy, han pedido a sus ginecólogos que retrasaran el parto, ya que hoy se supone que nacerá el Anticristo. Y digo yo, menudo pedazo de médico el ginecólogo de la señora de Satán, ¿no?. Nada de eso de, "más o menos por la primera semana de junio", no, el tío le suelta: su hijo nacerá el 6 de junio del 2006. Claro que la señora Satán se quedaría algo extrañada: pero oiga, que estamos a 15 de octubre de 1998. Pues nada, más tiempo para ir ahorrando para los pañales.
Entonces, si hoy nace el hijo de Satán, estas fechas deben ser las Navidades Satánicas. Si en las cristianas nos visita Papá Noel, ¿aquí quien viene? ¿Charles Manson?. Anda que los Reyes Magos Satánicos también serán buenos, ¿Hitler, Vlad el Empalador y Nerón?, ¿Enrique VIII, Torquemada y Bush?. Y en lugar de incienso, oro y mirra, ¿qué le traerán al niño Satanín? ¿Una botella de whisky para que vaya haciendo botellón, un cargo de concejal en Marbella y un poco de costo?. Además sería curiosa la anunciación, ¿no? En lugar del Arcángel San Gabriel, se le aparece el Ángel Caído a una doncella virgen y pura -estilo Nuria Bermúdez- y le dice:
- Por arte maligna te has quedado preñada de Satán.
- ¡Ah! ¿Pero ese jugaba en el Madrid?.
Total, que marido cornudo aparte, va pasando el tiempo y a la señora ya se le va notando el embarazo. El marido, mosqueado le pregunta si le ha sido infiel, porque esa tripa no es normal. Ella puede pasarse un tiempo contestando aquello de "no, es que me gusta cenar fuerte" o "no cariño, son aires". Pero claro, al tiempo se nota, y ella tiene que reconocer que está embarazada. Claro, en la versión José satánica, él es también bueno -y tonto- y perdona a la muchachilla. Pero cuando ella le dice, "cariño, pon la mano, mira cómo se le notan ya los cuernecillos", pues ya se mosquea y la manda al Infierno. Que es como darle un billete de primera clase para que se vaya con el amante, Satán en persona en este caso.
Y bueno, luego ya vendría el nacimiento que igual se celebra en un puticlub barato, que sería la versión satánica del establo, en vez de pastores proxenetas. Pero a partir de aquí, como en su día con Jesús, todo es misterio.
En este caso el chaval, ¿nace haciendo cuernos y con una camiseta de Cradle of Filth?. Y lo que es más, si Satán es el Señor de las Tinieblas, y Ozzy Osbourne el Príncipe de las Tinieblas, ¿qué puesto ocupará el recién nacido en la línea sucesoria?. ¿Son Mick Jagger y Keith Richards -sus satánicas majestades- los padres del Anticristo?. ¿A quién se parecerá más el bebé, al padre o a la madre?. ¿Y si la madre le ha sido infiel a su vez a Satán y en lugar de rojo y con cuernos, el niño sale negro y los cuernos los lleva el padre?. ¿Tendrá que ir Satanín a la universidad de Diablos?. ¿Cuando sea mayor, se casará con la del telediario del Infierno o con la becaria de la Cope?. ¿Tendrá que inaugurar la autopista al infierno con un acto en que toquen AC/DC?. ¿Podrá construir suficientes VPO para toda la gente que mandamos al Infierno?. ¿Tendrá una abuela que le hinche a comer?. ¿Y una tía que le diga a la madre aquello de: ¡uy! ¡qué gordo se te está poniendo el niño, no le des tanto bollicao!?.
En fin, sea como sea, tendremos que esperar a que pase el tiempo, el niño crezca y llegue a presidente de algún país, para contestar estas dudas.

Más pensamientos húmedos

Hace poco, metido en la ducha -lugar en que como habréis visto suelo pensar mucho-, me asaltó un nuevo pensamiento: ¿quién diseña los botes de gel, especialmente los de formato ahorro? Sí, esas garrafas de jabón que parecen un chupito de Ernesto de Hannover.
Yo creo que, de nuevo, el diseñador de este artilugio hace su trabajo expresamente para dificultar la tarea de ducharse a la humanidad. Llega el momento de coger el bote de gel, y nos encontramos con que el 30% gratis hace que sea el dobe de ancho de lo normal, con lo que sólo puedes abarcarlo con las dos manos, con la dificultad añadida de tenerlas húmedas. Si intentas cogerlo con una sóla pueden ocurrirte dos cosas: o te haces un esguince en la mano de tanto abrirla o, la más probable, que se te caiga el bote al suelo de la bañera. Pero esto no es tan fácil como caerse y ya está, en su recorrido, la naturaleza del bote de gel formato ahorro, provoca que la trayectoria describa una curva de forma que siempre caerá barriendo el resto de botes apilados en la rinconera o borde de la bañera, llegando a tomar contacto con el suelo únicamente después de caer sobre el dedo meñique de tu pie. De hecho, se conoce que hay gente que para evitar este lamentable suceso se ducha con guantes de fregar, así el bote no resbala, o con botas de puntera de hierro.
Ahora, después de asegurarle a nuestra madre que estamos bien a pesar del estruendo provocado, una vez que tenemos el bote cogido hay que abrirlo y, justamente aquí, es donde el diseñador volcó todo su malévolo ser -Sauron forjando el Anillo Único no hacía más que una travesura a su lado-. Los cierres suelen ser pequeñas bolitas o trozos de plástico super planos, con diminutas muescas, que se supone debemos ser capaces de abrir con las manos mojadas. Normalmente, tras varios intentos de destrozarse las falanges, se acaba por abrir el tapón con la boca, momento en el que tras una breve resistencia se abre de golpe, llenándote la boca de gel. Y creedme, aunque huela a miel y romero el gel sabe a jabón.
Llegados a este punto, si todo ha ido bien, tenemos el bote abierto. Pero como no podemos verter el gel en la esponja porque necesitamos las dos manos para cogerlo, tenemos que hacer uso de toda nuestra inteligencia para conseguir resolver tan delicada situación, algo muy similar a las pruebas con chimpancés de waku-waku. Sin más, cogemos la esponja bajo la axila, y forzando las articulaciones de los brazos volcamos el gel en la esponja, no sin antes derramar el 30% gratis por todas partes. Devolvemos el gel a su sitio, se nos cae la esponja al levantar el brazo, al intentar cogerla antes de caer al suelo volvemos a tirar los botes medio vacíos que están cabeza abajo para apurar su contenido, recogemos los botes, ahora se vuelve a caer el gel ya que el envase es demasiado estrecho para la altura que tiene, mamá vuelve a llamar a la puerta preguntando si estamos tontos o qué, pero finalmente todo queda en su sitio.
Por fin estamos satisfechos, tenemos gel en la esponja, y sólo queda frotarnos. ¡Ah! Pero la esponja resulta que es de esas de crin de caballo -aquí estuvo agudo el que le puso el nombre- que se usan para arrancar la piel muerta... y la viva. Si no tienes cuidado cuando sales parece que hayas estado cortando jamón. Con muchos ¡ay! y ¡joooder! acabas de enjabonarte y, ahora sí, el agradable aclarado. Pero, a estas alturas, tu madre, ya harta de esperar a que salgas de la ducha ha puesto la lavadora. Total, que chorros glaciales e hirvientes se alternan para enriquecer tu ducha.
Y ahora, queridos amigos, ya estamos duchados. Te miras al espejo y pareces una langosta recién fugada de la cocina de Arguiñano, pero estás limpito y contento. Te has ahorrado un 30% de gel con el formato ahorro.

Hard Rock Hallelujah!

Como algunos ya sabréis -y si no os lo digo yo-, la edición de este año de Eurovisión se celebró ayer sábado con resultados sorprendentes. Realmente no soy muy seguidor de esta patraña de concurso, que no es más que politiqueo con excusa musical, pero si que me gusta echarle un ojo de vez en cuando a la gala, ya que siempre hay alguna moldava o griega con buenas aptitudes. Pero además este año tenía una motivación extra: los finlandeses Lordi.
El grupo en cuestión, Lordi, son una banda de heavy metal -dile rock duro- que aparecen en escena disfrazados de monstruos, al más puro estilo película de zombis. Tienen un par de discos más algunos singles, desde que sacaron su "Get Heavy" en el 2002. Combinando su rock duro de corte ochentero con la agresiva estética de sus disfraces, en poco tiempo se hicieron un hueco en el panorama musical de su país, lo que les llevó a presentarse al concurso de selección de representante para Eurovisión -cosa que la mayoría de grupos de rock descarta de base- con el resultado de que el público les eligió a ellos, muy a pesar de la televisión finlandesa, ya que desde que se anunció su participación han tenido que sufrir en sus carnes ataques acusándolos de satanismo -cómo no-, y eso que una de sus canciones dice: "Devil is a loser and he`s my bitch"; ¿qué clase de satánico diría eso?.
La canción elegida para Eurovisión fue "Hard Rock Hallelujah!", una canción de rock melódico con estribillo pegadizo cuyo mensaje, lejos de ser satánico, dice algo así como que cuando sobrevenga el "Arockalypse" la salvación llegará con el hard rock. Su puesta en escena, lejos de utilizar bailarinas guapísimas de largas piernas, se basó en lo que es una actuación de un grupo de rock, con abundante pirotecnia -que tuvieron que pagarse entre ellos y el club de fans, ya que la televisión finlandesa no lo hizo-, un maquillaje que les cuesta cerca de cuatro horas conseguir y unas alas que desplegaba el cantante en el momento álgido del tema.
Tal vez por lo chocante del espectáulo, por simpatía, por la canción o por todo junto, el país ganador fue Finlandia por una gran cantidad de votos. Como diría más tarde Mr. Lordi, el vocalista del grupo: "Piensa en ello, una banda de rock ha ganado un concurso de pop. Hemos desmostrado que Europa no es un lugar tan malo". Y la verdad es que fue cuanto menos curioso ver el castillo de fuegos dedicado al ganador mientras Lordi interpretaban su canción. Han demostrado que se puede triunfar haciendo rock, y que no es una música marginal, ya que ha gustado a media Europa.
Su momento de gloria ha llegado lógicamente ahora y no será raro verles en todo tipo de galas, tampoco lo será escuchar la canción hasta aburrirla en televisiones y pubs, ni tampoco pasarán más de tres días para que puedas descargarte el "politono hardrock". Pero sea como sea, enhorabuena a estos tíos y Hard Rock Hallelujah!.

Men at work

El otro día, tuve la posibilidad de visitar el nuevo parque temático que han puesto debajo de mi casa: Zanjaventura, y la verdad es que es divertidísmo. Ambientado a caballo entre en el antiguo Egipto, la Europa de la Segunda Guerra Mundial y las posadas de Don Quijote, posee unas cuantas atracciones para el disfrute de sus visitantes. Puedes subirte a "La Gran Duna", que consiste en trepar a lo alto de una montaña de arena colocada en medio de la acera; puedes entrar en el simulador "As de la Guerra", que no es más que subirte en tu coche y atravesar la calle como si condujeras un Pánzer, el objetivo consiste en evitar que los "soldados" de azul de las trincheras te llenen el coche de tierra; también es posible participar en los concursos de piropos que celebran cada día los moradores de las arenas y, cómo no, podemos jugar a meter tres pelotas de tenis por la hucha de alguno de los currelas agachados.
Este parque temático, por supuesto, tiene también espectáculos -por si el concurso de piropos no es suficiente-. Cada día, se puede asistir a un concierto de instrumentos de metal: picos, palas, vallas y taladradoras. Además, en cada una de estas funciones se intenta batir el récord de decibelios -actualmente en posesión de Manowar-. A mí el movimiento que más me gusta es el tercero, cuando las taladradoras se unen a las palas rascando el suelo y suena el coro de voces carajilleras. Los horarios de este espectáculo son siempre que quieras dormir u oír algo de la tele.
El segundo espectáculo es el derribo de valla en cadena, que se produce en momentos aleatorios del día, siempre que un operario aparta la valla para que pase un vehículo. Curiosamente coincide con el instante en que se pronuncia la frase más importante de la película que estabas viendo.
Luego, ¿qué decir del personal del parque?. Con los modales de un pirata del Caribe español y una gran cultura popular de la España profunda, te introducen de lleno en momentos históricos que jamás creíste poder vivir de este modo.
De momento esto es todo lo que hay, pero es que acaban de abrir y todos sabemos que lleva un tiempo hacerse un sitio en este competitivo mundo. Lo que si puedo asegurar es que van a abrir franquicias por todas partes, y que no se extrañe nadie si mañana mismo se topa con una valla amarilla al salir a la calle. Tendrá ante sí las puertas de un mundo mágico e inigualable.

USAR jugabilidad CON gráficos increíbles

El otro día, visitando una web sobre videojuegos de esas que hacen análisis de cada título en todos sus apartados, me llamó la atención un hecho curioso. De tres crónicas que leí sobre juegos recién salidos al mercado, las puntuaciones en el apartado de "jugabilidad" eran inversamente proporcionales a las puntuaciones en "gráficos", siendo en los tres casos altísima la calidad gráfica y con una jugabilidad cercana al cinco. Y la verdad es que es un hecho bastante habitual.
No quiero decir con esto que la calidad gráfica esté reñida con la jugabilidad, ya que hay múltiples videojuegos en que van cogidas de la mano. Sin embargo, parece que en muchas ocasiones, las prisas de las compañías por colapsar el mercado con sus productos, provoca que se cuide menos la jugabilidad o la originalidad que los gráficos, ya que éstos siempre serán los que nos llamen la atención en un primer momento. De esta forma, encontramos a la venta títulos diferentes con una misma línea argumental e incluso forma de juego que sus antecesores o, incluso, que videojuegos de otras compañías.
Ante esto, me es inevitable recordar juegos cuya deliciosa jugabilidad me encandiló -y lo sigue haciendo- en los noventa: la Edad de Oro de las aventuras gráficas llegó a nuestros equipos. Una serie de pantallas fijas, donde se movían algunos personajes todos pixelados a más no poder, y un panel de órdenes -abrir, cerrar, ir a, usar...- era todo el apartado gráfico necesario. Después, unas grandiosas tramas y difíciles acertijos hacían el resto.
Inolvidables frases del estilo de "es la segunda cabeza de mono más grande que he visto", absurdas discusiones a lo Monty Phyton sobre cuántos robles roería un roedor o duelos a espada donde premiaba la originalidad en los insultos, hicieron que Monkey Island (allá por el año 90) y sus secuelas alcanzaran el rango de clásico entre los clásicos. Recientemente he vuelto a jugar esta saga, y aunque en la cuarta entrega ya iba perdiendo, la originalidad sigue siendo palpable, así cómo los ácidos toques de humor, lo que unido a su moderada dificultad asegura horas de entretenimiento. Otras aventuras como Sam and Max, Day of the Tentacle, Loom y demás, demostraron que aún con unos gráficos normalitos, se puede conseguir un producto de excelente calidad.
Así que, tal y como está el tema, no pido que no hagamos uso de la técnica a nuestro alcance, hay que conseguir los mejores gráficos posibles, claro está, pero eso sí, siempre teniendo en cuenta que lo que hace que no dejes el juego acumulando polvo en la estantería es su jugabilidad. ¡Ah!, y una última cosa: ¡mira detrás de tí, un mono de tres cabezas!.

Una visita virtual a la Ciudad Blanca

Seguramente, todo aficionado a la obra de Tolkien habrá fantaseado alguna vez con pasearse por los confines de la Tierra Media. Tumbarse sobre la verde hierba de la Comarca, contemplar un amanecer en las praderas de Rohan, observar las negras Ephel Dúath o navegar por el Anduin. Hasta ahora hemos podido recorrer estos lugares en juegos de ordenador de diversos tipos, pero nunca con la exactitud con que desde hace poco podemos visitar Minas Tirith.
Un proyecto bautizado como The Minas Tirith Project (www.minastirith-project.com), ha desarrollado un modelo de la Ciudad Blanca en 3D, donde se nos permite recorrerla por completo. Podemos contemplar los campos del Pelennor desde el espolón de la Ciudadela, bajar por los siete círculos de la ciudad, visitar las tumbas de los Reyes de los Hombres y, en definitiva, campar a nuestras anchas como un turista cualquiera.
El periplo por Minas Tirith se inicia en las escaleras que dan acceso a la explanada de la Ciudadela, justo enfrente del árbol blanco de Gondor. A partir de ahí, se nos permite movernos en primera persona (como en un shoot 'em up cualquiera) andando tranquilamente, corriendo o incluso volando. También podemos lanzar una especie de bolas de fuego, simplemente como gracia añadida. Hay que decir que la ciudad está diseñada partiendo del modelo creado para las películas de Peter Jackson -siempre habrá quien discrepe del verdadero aspecto que se desprende del libro, aunque a mi me parece muy acertado- a partir del cual, la gente del proyecto lo ha modelado con una gran exactitud arquitectónica. Aunque no veremos gran cantidad de detalle y multitud de texturas (todos los edificios presentan un color grisáceo), la gracia del proyecto reside precisamente en el excelente trabajo a nivel de planos que se ha realizado, haciendo que realmente sientas que estás en la "auténtica" ciudad de Minas Tirith.
La aplicación tiene algunos fallos de programación que poco a poco van depurando pero, teniendo siempre presente el objetivo del proyecto, la verdad es que vale la pena echarle un ojo. Así que ya sabéis, todo aquel que desee darse un paseíto por la capital de Gondor tiene una cita obligada con el visor virtual.

I Aniversario

Hoy es el aniversario de la fundación de la Ciudad de Piedra. No habrá estandartes que la engalanen, el sonido de las trompetas no anunciará ningún desfile, nadie se agolpará en la plaza para contemplar al soberano saludando desde el balcón ni se hará celebración alguna. Como todos estos años.
Tan sólo hace doce meses que puede verse la Ciudad, pero siempre ha estado ahí. Cubierta de maleza, protegida por montañas o escondida en un valle, pero ahí estaba. Lógicamente las gentes no acudieron en masa a contemplarla, pues pocos han oído hablar de ella. Sólo Spárragol, como nuevo responsable de su cuidado ha tratado de hacérnosla llegar. No ha tratado grandes temas intelectuales ni debatido sobre la política del Reino. Tan sólo algunos comentarios de taberna para viajeros cansados. No pretende hablarnos de la prensa rosa de la Ciudad, pues a nadie le importa lo que le ocurrió a su primo cuando encontró el Anillo Único -como siempre se apresura a decir- ni cuántas veces repite postre los sábados.
Esperemos estar un año más ocupando algunos megas de servidor, narrando historias recogidas en los viajes a lo largo y ancho del lugar, recopilando anécdotas de todo aquel que tome asiento en uno de los polvorientos bancos de la posada y, en definitiva, contando cómo se ven las cosas desde aquí arriba.

El número de la bestia

Hoy se cumplen 24 años de la salida al mercado del disco que Steve Harris, Bruce Dickinson, Dave Murray, Adrian Smith y Clive Burr colocaron en los anales de la historia del heavy metal y, por ende, de la música. El disco, titulado "The Number of the Beast", fue el tercer redondo de Iron Maiden y a él le deben el comienzo de su espectacular época dorada con un gran éxito mundial, que avalarían disco tras disco desde entonces.
Como en todo disco legendario, abundan los misterios y curiosidades entorno a él. Se cuenta que durante la grabación se producían apagones eléctricos, los contadores se volvían locos, algunas pistas no se grababan correctamente y algunos sucesos de estilo similar. También durante la grabación, cuando el productor Martin Birch se dirigía al estudio sufrió un accidente de coche... se había quedado sin frenos. Más tarde, debido al tema "The Number of the Beast", que trata sobre las experiencias de alguien que contempla un ritual diabólico -también se comenta que pudo haber estado inspirado en La Profecía II- y cuya introducción corresponde a un fragmento del Apocalipsis (concretamente el 13,18), se tildó a la banda de satánicos.
Musicalmente, el disco se apartó de las influencias punk de los dos primeros y, gracias en parte a la voz de Bruce Dickinson -mucho más aguda que la de su predecesor hasta entonces, Paul Di Anno-, le dieron una vuelta de tuerca a su estilo, acabando de definir lo que sería "el sonido maiden". Dobles melodías de guitarra perfectamente armonizadas, donde Murray y Smith se complementaban a la vez que se retaban en cada solo, la notable presencia de las líneas de bajo de Harris, sello inconfundible del grupo, y la pegada del incansable Burr a la batería -tristemente este sería el último disco suyo con Maiden, después le reemplazaría Nicko McBrain-, ponían el terreno para que Dickinson destrozara los tímpanos con su voz de sirena antiaérea.
Con estos elementos, las nueve canciones que componene el disco nos cuentan historias que hablan del diablo, de un hombre encarcelado con sueños de libertad, de la prostitución en la Inglaterra de los ochenta, de las invasiones normandas, de la masacre de los indígenas americanos por el hombre blanco o de los pensamientos de un condenado a muerte poco antes de morir. Las canciones, aún con 24 años de antigüedad, tienen un palco presidencial en cada concierto de Iron Maiden, donde tres temas del disco nunca faltan en cada concierto. Algo tienen los clásicos que nunca pasan de moda.
Dede la Ciudad de Piedra, recomendamos a todo el mundo que escuche el disco, saque sus propias conclusiones... y no se extrañe si durante la reproducción ocurre algo extraño, pues como ellos dicen: life down there is just a strange illusion.

Magdalena festa plena!

Un año más llegan a Castellón las fiestas de la Magdalena. Unas fiestas creadas entorno a la comida, la bebida - como toda fiesta española que se precie - y a los actos tradicionales. Botellón popular ya de base -sin necesidad de convocatorias como las de este año- concentra a gente de todas las edades entorno a una botella de lambrusco y un plato de cacahuetes. Niños armados con petardos pululando por todas partes, hordas de personas arremolinadas alrededor de cualquier acto callejero por pequeño que sea, dolçainers i tabaleters saliendo de debajo de las piedras, hombres mayores paseando del brazo de su señora con una bota de vino colgando del otro, y un montonazo más de casos curiosos, como el que me propongo a comentar.
El caso que me ocupa no es otro que "La Ley del Gorro de Paja". Y es que este complemento -usado antiguamente para proteger del sol al 'cavaor' - se lleva en la actualidad a cualquier hora del día y de la noche, modificando su significado: cualquier persona -salvo excepciones que confirman la regla-, que lleve un gorro de paja a partir de las 16 horas (hora de cierre matinal del mesón) estará bajo la influencia del alcohol. El horario se modifica para el dia de la Romería, en que baja hasta las 10 de la mañana, o simplemente se destruye dependiendo de la edad del portador del gorro.
Además hay otro axioma alrededor del gorro de paja que merece nuestra atención. Si una persona sale de casa en fiestas sin gorro de paja y alcanza un grado de ebriedad determinado, volverá a casa con un gorro en la cabeza. Este axioma tiene su opuesto: si una persona sale de casa con un gorro de paja y no sobrepasa el límite de alcoholemia, volverá a casa sin él.
El lugar o la forma de obtención del gorro de paja es difuso, habiendo normalmente varias formas de conseguirlo:
- Te lo dan en el mesón de la tapa o en el del vino una señoritas de propaganda -quien mejor para promocionar tu pedal que Estrella Damm o JB-.
- Lo obtienes de otro individuo gracias a la fórmula: "déjamelo un momento, que ahora te lo devuelvo". O también: "¿dónde lo has pillado?, déjamelo a ver".
- Simplemente ves el gorro y tu cerebro ordena a la mano que lo coja, sin pensar en las posibles consecuencias.
- Lo regala el periódico local junto al saquet.
De esto se deducen las formas de perderlo que existen, que no pasaré a comentar.
Así que, elegid el modelo que queráis: cavaor clásico, híbrido cavaor-cowboy, de ala ancha desfilagarchado, rosa y roto o el que queráis. Eso si, nadie es un buen festero si no lleva gorro un dia de fiesta al menos .

Un minuto de silencio

Hoy hace dos años de los terribles atentados terroristas de Madrid que causaron la muerte de casi doscientas personas inocentes. Un hecho que unió a todo el pueblo español bajo la bandera de la repulsa a la violencia.
Desde aquí quiero unirme al sentimiento de todos los afectados y aprovechar para condenar de nuevo este tipo de acciones. No a la violencia y al asesinato, pero si al sentimiento que nos unió y que hará que al final acabemos con esto. En ese tren, íbamos todos.

Grandes enigmas del mundo

Hoy voy a hablar de un tema que interesa profundamente a científicos de todo el planeta. Tras décadas de investigación utilizando los mejores satélites meteorológicos, los estudiosos no consiguen descubrir la razón de tan extraño suceso: ¿por qué cada vez que cuelgan las banderitas para las fiestas hace viento?.
Hace unos días colgaron en mi barrio las banderas para adornar las calles en las fiestas e, inmediatamente, esa misma noche comenzaron a producirse ráfagas de viento de hasta 100 Km/h. Y esto se repite cada año. Tal vez el dios - supongamos que sigue en el cargo Eolo - encargado de producir viento, se dedica a mirar a la Tierra y de repente: ¡corre, corre! que en Valdeconejos de Arriba ya han colgado las banderitas de las fiesta populares, dale al botón. ¡Y hala!, ventoleras de aúpa. De hecho, estoy seguro de que el día que los americanos colocaron la bandera en la Luna hizo viento.
Además hay otra cosa también curiosa además de que haga viento el día que las ponen. Cuando faltan un par de días para las fiestas, entonces llueve. Así no se pueden reemplazar y quedan las calles más tristes que las cabezas de esa gente que se peina sus tres pelos en cortinilla.
Habrá gente que dirá que el estado de las banderas se podría mejorar si no se colgaran entre dos y tres semanas antes de las fiestas, pero da igual. Si tiene que llover y hacer viento, lloverá y hará viento, en mayor o menor espacio de tiempo, pero pasará. Yo creo que este tema obedece a la Ley de Murphy, de forma que si tiene que hacer viento en un momento temporal T, este momento coincidirá inequívocamente con el instante de colgar las banderas festeras.
El por qué de todo es - como digo arriba - un misterio, sino lo fuera no tendría gracia. Tal vez -según la ideología vikinga - los dioses tejieron todos los sucesos del mundo y ya estaba escrito que al colgar las banderas haría viento, o tal vez se debe a la Ley de Murphy, o quizá obedece una ley causa-efecto, de forma que colgar las banderas produce viento. Pero sea como sea y como diría Iker Jiménez - con sus dramáticas pausas -, ahí tenemos el hecho, sobrecogedor, ante nuestros ojos y sin ser capaces de explicarlo, como tantos otros misterios de este planeta.

And the Oscar goes to

Como todos sabemos, este fin de semana se entregan las estatuillas de C3PO que tanto desean todos los que trabajan en el mundillo del cine. Sobre la alfombra roja, montones de estrellas, todas radiantes con vestidos y joyas que valen más que las propias películas que representan. Cientos de fotógrafos cubriendo el acto y cientos de miles de dólares gastados en que la ceremonia sea todo un éxito. Como cada año, grandes decepciones, alguna sorpresa y premios más que cantados. Además está el eterno debate sobre la comercialidad de las películas nominadas y los reproches por parte de los que no han sido nominados.
Personalmente me gusta la ceremonia de los Oscar. Lo que más me gusta es ver el desfile de celebridades -femeninas claro- por la alfombra. Unas se pasean elegantes y sobrias -luego ya beberán en la fiesta-, otras sexys y desenfadadas y algunas en perfecta combinación entre los dos puntos. Escotes de vértigo, altísimos tacones, aberturas estratégicas, brillantes y un largo etcétera: es la noche del glamour -y también de algún que otro atentado al buen gusto-. Estaría bien poder pasarse un año por la ceremonia, y luego ir a la fiesta con las estrellitas... a ver qué pasa.
Pero hay alguien a quien le gustan aún más los Oscar: las casas de apuestas. Gane quien gane, ellos suelen embolsarse grandes cantidades de dólares. Desde sus páginas en internet, podemos ver cómo nuestra audacia al apostar por la actriz revelación se convierte en sus beneficios. Pero en fin, hay gente a quien le gusta añadirle algo de emoción a las cosas, cada uno que decida si juega o no. Yo lo único que apostaría es que la gala será algo más entretenida que la de los Goya de este año.

Papá, ¿nosotros por qué somos del Castellón?

Es domingo por la tarde. He dejado el calorcito casero para sentarme en un frío asiento de Preferencia Alta del estadio Castalia. Hace un frío terrible y encima ha empezado a chispear. El árbitro retrasa media hora el encuentro por las lluvias de la mañana. Sigo sentado, sufriendo un viento helado y una humedad digna de la Atlántida ya sumergida.
Comienza el partido... y comienza la lluvia. Abro el paraguas, me cae el agua que rebota en la gente de alrededor. No importa, Tabares cede un balón de oro a Raúl Sánchez para que suba el primer tanto al electrónico. Cada vez llueve más, el campo ya es una piscina, estamos calados hasta los huesos... seguimos ganando.
En el descanso decidimos trasladarnos a la zona techada del estadio. Desde las escaleras, amontonados unos junto a otros, vemos como la venganza del Día de la Infamia -programada para hoy- se va al traste con la ayuda inestimable del árbitro -esta vez no es un tópico-, primero señalando penalty y luego por no suspender el partido: el campo es una ciénaga, el deporte que vemos no se parece en nada al fútbol moderno, es un calco del entretenimiento medieval de llevar una vejiga de buey hinchada de un pueblo a otro.
Nos remontan. Hemos pasado frío, nos hemos empapado -seguro que mañana hay resfriado- y hemos perdido dos horas del domingo. ¿Por qué?
Porque albinegre de cor bon patidor.

Génesis según EditPoly

Al principio no había nada. Y Dios dijo: hágase una Caja. Y la Caja se hizo sin más dilación. Vio entonces que aquello resultaba y dijo: conviértase en un Polígono Editable. Y Dios vio que era bueno.
Observó a los Vértices y Aristas, sustentadores del Todo, y les dijo: creced y multiplicaos. Y así lo hicieron, llenaron la Caja de montones de ellos, pero Dios vio que empezaban a hacinarse. En su infinita sabiduría, Dios observó la Caja y dijo a los súbditos más obedientes, las Caras: extruiros en los ejes horizontal y vertical siguiendo mi plan divino, sin utilizar jamás el triángulo, y yo os recompensaré con un Turbosmooth. Las Caras así lo hicieron y, durante los siguientes días se dedicaron a extruirse, mientras Vértices y Aristas continuaban multiplicándose.
Dios observó su Caja y vio que era una Malla, y esto era bueno. Sin embargo, Caras traidoras habían sido extruidas en forma de triángulo, y las expulsó de la Malla para siempre.
Dios, satisfecho con su creación, dijo a la Malla: eres buena y crearé para ti una compañera, la mitad que te complete, pues así eres sólo la mitad de mi criatura. Y Dios aplicó un Symetry a la Malla, y vio que era bueno. Finalmente, cumpliendo su promesa para con las Caras obedientes, bendijo a sus súbditos lanzando un Turbosmooth sobre la Malla... y vio que era la Hostia.

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Desde hace ya algún tiempo, la imbecilidad humana -ya de por sí fácilmente observable- ha encontrado otra nueva forma de manifestarse, y no es otra que los mensajes SMS en webs y programas de televisión.
Entras en la página web de cualquiera de los periódicos deportivos importantes de nuestro país, y en una bonita franja puedes leer las estupideces que algunos llegan a decir -probablemente desde el trabajo. A mi, los mensajes de estas webs, me recuerdan a las discusiones que teníamos en preescolar, aquellas de:
Sujeto A: Mi estuche es mejor.
Sujeto B: No, el mío es mejor, es verde.
Sujeto A: El verde es una caca, el mio es rojo, es mejor.
Y así se podía seguir interminables horas. Pues estos mensajes son iguales, cambia equipo de fútbol por estuche y añade insultos hacia los habitantes de la ciudad del equipo. Lo curioso es que esta gente es la misma que mientras ve el telediario, exclama orgulloso de su civismo: "... esos moros son idiotas, matarse por una mierda de terreno seco, pufff...". Y ellos, si pudieran le sacarían los ojos a quien diga que Pepinho es mejor que Pepov.
Luego están los mensajes que envían a programas de televisión -doy gracias porque Buenafuente siga sin abrir el grifo de los mensajitos- para decir tonterías obvias. Escriben un piropo al presentador o invitado del show, y a continuación añaden eso de "tq mari pili". Imagino que la satisfacción de esta gente estará en grabarlo en vídeo y demostrar a todos sus amigos que sus palabras han salido en la tele en prime-time, no?.
La verdad es que mientras sigamos así de simples, sin diferenciarnos muchas veces de un rebaño de borregos, no tenemos derecho a quejarnos de la programación de televisión o de los bombardeos de politonos y demás parafernalia. Al fin y al cabo, la gente está deseosa de mandar un SMS a un programa de cotilleo para llamar bobo al último ligue de la folclórica de turno.

Pensamientos húmedos

Hoy, mientras me duchaba en las instalaciones construidas a tal efecto en el Servei d'Esports de la universidad, se me ha ocurrido una pregunta: ¿quién demonios regula la presión y temperatura del agua? ¿Un faquir?. Cada vez estoy más convencido de que realmente fue un faquir... o un sadomasoquista. Voy a explicar la razón de tal sospecha.
Resulta, que las duchas son de esas que se aprieta un botón y sale el agua durante un tiempo X - número real que depende de la sequía del momento y acumulación de cal en la ducha. Hasta aquí todo bien, pero ahora viene lo divertido. En el momento en que pulsas el botón, el agua sale inmediatamente con una fuerza sobrenatural - recordáis el anuncio ese de gel que decía que al ducharnos arrancamos algunas células protectoras de la piel, pues estas duchas te las arrancan todas, se queda eso como la defensa del Castellón- ... y fría. No da tiempo a apartarse -creedme lo he intentado, parecía que estaba bailando Thriller en la ducha- y claro, te da de lleno. Luego, una vez recuperado del susto inicial, te colocas en la posición políticamente correcta y adoptada como estándar para ducharte, y te encuentras con otro inconveniente: el chorro de agua cae directamente sobre las partes más delicadas de la anatomía masculina. Solución: acercarse más a la pared - o criar barriga, aunque esto no es muy lógico dado el lugar donde nos encontramos-, aunque parece que estés orando en el muro de las lamentaciones.
A estas alturas, el agua ya se ha calentado hasta el punto de ebullición, pero sólo para volverse a enfríar en otro tiempo aleatorio -llamémosle Y en este caso, número real dependiente del precio del gas en un instante temporal T.
Resumiendo, hasta ahora tenemos tres problemas: agua con mucha presión, alternancia frío-calor extremo y dirigida a las partes nobles. Los dos primeros problemas no tienen solución, el señor/a de mantenimiento - de aquí en adelante faquir maníaco enamorado de su trabajo - tiene control absoluto sobre ellos. El tercero se soluciona como he comentado anteriormente, aunque entonces casi no puedes mover los brazos para lavarte la cabeza.
En fin, si persistimos en nuestra manía de ducharnos después de hacer ejercicio, cosa para nada necesaria, saldremos de la ducha con pequeñas hendiduras en la carne a causa de la presión - eso si la fuerza no te lanza contra la pared de enfrente y te golpeas la cabeza con otro pulsador -, quemaduras en nuestra delicada piel tanto por frío como por calor y dolor en la zona abdominal inferior -osea, dolor de huevos. Vamos, que si Hitchcock llega a conocer estas duchas, la mítica escena de Psicosis no hubiera necesitado asesino.

El juego de los hábitos

Recientemente, ha estado circulando por blogs amigos una jueguecito consistente en contar cinco hábitos o manías personales. Me ha llegado el testigo, así que el bueno de Sparragol contará cinco costumbres fuertemente arraigadas en sus quehaceres cotidianos. Allá vamos.

- Normalmente trato de adivinar qué hace la gente que me rodea dondequiera que me encuentre. Por sus ropas, paquetes que puedan llevar y multitud de otros factores, creo una historia acerca del personaje que no se si es cierta o no. Aunque cuando puedo enterarme de la verdad suelo acertar :-S.
- En el momento en que me siento a una mesa y siempre que llevo manga larga, no dejo de arremangarme haga la temperatura que haga.
- No salgo de casa sin un naipe español metido en mi cartera, aunque no tengo claro el porqué. Obviamente es uno en concreto que no revelaré aquí ;-).
- Cuando veo una película en DVD, cambio constantemente entre todos los idiomas disponibles. Es una pasada escuchar a Gollum en alemán xD.
- Y ya la última manía. Comer carne humana, preferiblemente de doncellas incautas, todos los días de luna llena. Lo que va unido a mi irremediable costumbre de transformarme en lobo esas noches.
Bueno, pues esto es todo amigos. Tengo más costumbres, pero me las dejo para cuando publiquen mi biografía.
NOTA: como no tengo más amigos con blog, no paso el testigo a nadie, jejeje.

El mundo perdido

Esta semana ha aparecido en todas partes una noticia bastante inusual y, que por lo menos a mi, me ha alegrado escuchar. Resulta que, como todos sabemos, una expedición científica ha encontrado en Papúa una selva virgen, poblada por especies desconocidas hasta el momento.
La verdad es que a mi parecer, esto ha sido un balón de oxígeno entre tantas noticias de muerte y destrucción sobre la faz del mundo en que vivimos. Un mundo en que nos alegramos de ver nevar en cotas bajísimas, ajenos a la señal de que el cáncer de la Tierra se extiende. Un mundo en que estamos rodeados de montones de "grandes hermanos" orbitando alrededor del planeta con el fin de saberlo todo. Un mundo en que autómatas de carne y hueso cometen los más atroces asesinatos, en nombre de la fe que produce el miedo y la opresión, tan sólo por unos garabatos en papel. Un mundo en que el respeto por el medio ambiente, no es más que colocar papeleras en el nuevo paseo marítimo ganado a una playa única. Un mundo en que tapamos los verdaderos problemas con absurdas cabezas de turco. En definitiva, un mundo enfermo.
Creo que es bonito saber que en el siglo XXI, aún existen lugares que el mayor depredador de la historia no ha pisado. Lugares en que algún humano afortunado puede sentirse como el doctor Livingstone cuando vio por primera vez las Cataratas Victoria, o sentir la emoción de observar seres vivos desconocidos, como si de Charles Darwin se tratara. Lograr ver algo que el hombre no ha podido modificar todavía. Sentarse en una roca y escuchar el despliegue de la naturaleza en todo su esplendor.
Aunque la mala noticia que se desprende de esto, es que ya nos queda un lugar menos en el que perdernos. Dentro de nada, más expediciones etiquetarán hasta el último de los insectos de la selva de Papúa y, si no se declara paraje protegido, levantarán un "todo incluido" con vistas a los claros más espectaculares.
Así que, aquellos que alguna vez soñaron con meditar en las cumbres del Himalaya, ver amanecer en el Machu-Picchu o sentirse perdidos en una isla del Pacífico, es hora de emprender la aventura, que cada vez los lugares santuario son más raros.