Milagro en Nochebuena

La navidad está aquí un año más y no me he dado cuenta por las luces en las calles, los anuncios de juguetes, la vuelta al Carrefour de ferrero rocher y mon cherie, ni siquiera por el spot del calvorota de la F1 en telecinco anunciando la lotería. Ha sido por algo todavía más determinante para identificar tan entrañables fechas: las películas americanas de serie Z basadas en la navidad.
Estoy por hacer una tesis doctoral sobre estas películas. Ya sabéis a cuales me refiero. Esas en las que aparece un vejestorio barbudo de pelo cano que se pone a hablar con una niñita desdichada -porque a su papá le ha atrapado una nevada en la otra costa y no podrá estar en nochebuena para regalarle el pony- que se pasa la película abrazada a un peluche. El viejete se hace amigo y confesor de la criatura y resulta que no es sino Santa Claus. Al final, el abuelo, utilizando unos polvillos dorados que añade grácilmente el infografista de turno, deshiela la ciudad donde está el padre o va a buscarle en sus maravillosos renos y lo lleva a casa. Entonces la madre de la niña que se pasa la película entera pensando que el viejo es un pederasta, cambia de idea y se abraza con el padre y la hija en la puerta de su casa, con el tejado nevado, el pony caminando a su alrededor y viendo como Santa Claus se aleja en su trineo saludando estilo Letizia Ortiz.
Otra posibilidad para estas películas es la del padre horrible pero graciosete que acaba raptado por un enano (siempre es el mismo, uno con barba de tres días morenito, fijaos) que le convierte en el sustituto de Santa Claus porque éste tiene la gripe aviar. El recién "ascendido" a benefactor mundial resulta ser un patán en su nuevo puesto y el stress le lleva al borde del suicidio. Entonces, a través de una bola mágica en el Polo Norte ve a su hija pedirle a Santa Claus que le traiga mejores momentos junto a su padre, el papaíto se pone sentimental, se aplica en el curro y al final Santa Claus y toda su corte de enanos le despide en una alegre ceremonia mientras sostiene a su hija en brazos.
Pero vamos a ver, ¿qué tipo de sandeces son éstas?. Yo, de pequeño ya podía desear la clínica de cirugía estética de los Playmobil, que si valía más de lo que Santa Claus presupuestaba me quedaba con el Gijoe operado de cataratas. Claro que, ni era niña -todavía sigo sin serlo- ni americano. Porque está claro que el viejo barbudo sólo atiende a yankis hijos de neo yuppies con todoterreno y porsche en el garaje. Además, yo detendría al Santa Claus de las narices, porque el tío además de rebasar con creces el límite de velocidad e ir más cocido que María Jiménez en Nochevieja (de ahí sus mofletes rojos y ojillos achinados), tiene a todos los gnomos del planeta esclavizados, sin seguridad social y con contrato basura. Esto se deduce porque ninguno quiere dejar de trabajar, les aterra ponerse enfermos y no tienen casa, viven en el propio taller.
Así que si estas navidades una ventisca atrapa a vuestro papá en una ciudad dejada de la mano de Dios, no intentéis protagonizar una de estas películas, deseadle que viva en el Día de la Marmota, que al menos nos reiremos más.
Jou Jou Jou!

Los lunes sin sol

Siempre había pensado que el sol no era más que un estorbo.
Debido a su trabajo a la intemperie y gracias al calentamiento global, tenía que soportar cada vez más y más jornadas laborales a pleno sol. Era realmente molesto, más cuando su horario era larguísimo: desde el alba hasta el anochecer.
A veces pensaba que ójala hubiera elegido otro trabajo pero, a decir verdad, él no había elegido el suyo, más bien su trabajo le había elegido a él. Lo llevaba en los genes, si es que podía decirse así. Por tanto, sólo podía quejarse amargamente del maldito sol y esperar que una fina lluvia refrescara su abrasada piel proporcionándole un descanso. Claro, que si la lluvia era frecuente tampoco le hacia demasiada gracia.
Pero todo eso se había acabado. Ya no tenía que quejarse más por los elementos. Y justamente eso era lo que le hacía estar triste, su ciclo había terminado. Ya no había sol... ni lluvia... ni trabajo. En cuanto edificaron aquel maldito edificio todo terminó: su larga sombra proyectada sobre el resto de casuchas del casco antiguo había sido la cruel metáfora de su final.
Al fin y al cabo, ¿qué podía hacer un reloj de sol al que nunca le llegaba luz?

Propósito de enmienda

Esta vez -debido a la cercanía del nuevo curso escolar/laboral- se me ha ocurrido hablar de los propósitos. Si, esa especie de auto-promesas quela gente se hace a sí misma para sentirse mejor. Siempre que hay un comienzo de algo, ya sea el año nuevo, el nuevo curso, el nuevo trabajo o el nuevo mes, la gente tiende en masa a planterse metas.
Por ejemplo, una muy común es la típica de: este año voy a ir 5 dias a la semana al gimnasio. O también, este año voy a llevarlo todo al dia.
Esto, más que propósitos son imposibles, no nos engañemos. ¿Y luego que pasa? Pues que no los cumplimos y aquí hay dos opciones:
Te deprimes, piensas que no tienes fuerza de voluntad, que esto hay que arreglarlo como sea y que a partir de mañana cambiará la cosa y entonces, como te sientes mal, te vas a tomar una cerveza con los colegas.
La otra opción es que aceptas que el propósito era demasiado para ti, asumes que has hecho lo que has podido... y te vas a tomar una cerveza con los colegas.
Si es que luego te pasa como a los equipos de fútbol. En septiembre todos son tricampeones, y luego claro! menudas decepciones. Yo si fuera Laporta o Florentino lo tendría muy claro: este año nos proponemos que vamos a bajar a segunda. Si luego resulta que ganamos la copa de Europa menuda alegría!!! ¿Y si bajamos qué? Pues nada, hemos estado a la altura de lo que esperábamos, hemos trabajado bien y nos hemos mantenido fieles a la filosofía del club. Hemos cumplido los objetivos y esperamos ansiosos la nueva temporada.
Pero vamos a ver, ¿la idea del propósito no es sacar lo mejor de una mismo, y ayudarte a sentirte bien?. Pues aquí es donde yo veo el problema. Los propósitos tienen que ir de acuerdo para conseguir esto mismo. Un ejemplo:
Yo no quiero saber nada de física cuántica, es algo tan complejo que me estresa. Pues bien, cada mañana me levanto con pensamientos positivos acerca de no aprender nada de física cuántica, y ya me veis. No tengo ni la más remota idea de física cuántica. Y como no me estreso, me siento bien. Propósito cumplido, ya puedo ir a tomarme una cerveza con los colegas.
La idea es esta, en lugar de proponerte ir al gimnasio, proponte apuntarte. Eso ya es un gran paso, además, sólo con el rodeo que darás para no pasar por delante de la puerta y que el entrenador pueda verte, pues ya haces el ejercicio diario recomendado.
Otra cosa que me preocupa de los propósitos es los propósitos enfrentados. Porque claro, imagenemos a dos personas cualquiera. Una de ellas se ha propuesto ser amabley generosa con todo el mundo, y la otra se ha propuesto ser un auténtico cabronazo con el resto de la humanidad. ¿Cómo sería una conversación entre ellos si se encontraran?:
- Hombre, payaso! Contigo quería yo encontrarme. ¿Sabes que todas las tardes mientras estás en la tienda haciendo horas extras me tiro a tu mujer e hijas?
- Si???!!!! Joder, que alegría macho!!!. Así me gusta, que te sientas cómodo con los míos. Mira, toma una copia de la llave de casa y vente que te invito a una cerveza.
Si es que yo creo que esto es sólo otra moda más importada de las series americanas. Que siempre sale la gente anunciando su propósito para el nuevo año. Y claro, aquí culo que vemos culo que queremos.
Pues nada, si hay que proponerse metas yo para este nuevo curso me propongo ser nombrado Mister Universo, meter el gol que le de a España la primera Copa del Mundo, liarme con Elsa Pataky y dejarla plantada por Angelina Jolie, ganar un Oscar a la mejor iluminación, ser el estudiante un millón y que me regalen la carrera, que me toque el gordo y el Niño (no Torres, eh!), ah! y sustituir a Alonso en Renault.
Seguramente no alcanzaré ninguna de estas metas (igual la de la Pataky...), pero desde luego el barman que se haya propuesto vender el doble de cañas que el año pasado lo tiene en el bolsillo.

Medalla de honor?

Agazapado detrás de una rocas, cubierto como estaba de polvo, exhausto hasta decir basta, era la persona más feliz del mundo.
Había pasado los últimos meses combatiendo en un lugar extraño por unos ideales que no eran los suyos. Las muertes que había cobrado le valieron muchos galones en su casaca y un tremendo pesar en su corazón. Aquellos hombres tenían el mismo motivo que él para permanecer allí rehuyendo a la muerte: sobrevivir.
Sin ir más lejos, durante las últimas horas había formado parte de la mayor ofensiva militar de la historia. Y había valido la pena.
Cansado de sentir el susurro de la muerte junto a su oído, de arriesgar su vida por defender una posición que le decían era estratégica, se presentó voluntario para la última batalla. Antes del amanecer ya se encontraba avanzado hacia el búnker. Al despuntar el alba cayeron sobre el edificio enemigo. Las balas silbaron, estallaron los obuses, sus compañeros caían aquí y allá. Mataban y eran matados por decenas. La muerte se cebó con la zona. Todos ellos sabían que no había nada más: ganar y vivir libres o caer en el olvido.
Largas horas duró la contienda, pero finalmente un movimiento estratégico de su pelotón les permitió envolver el búnker por dos flancos. Mientras sus compañeros atraían el fuego hacia si, ellos sorprendieron al enemigo. No dejaron alma con vida en aquel lugar.
Un anuncio por radio transmitió la noticia al resto del ejército. Al cabo de pocos momentos el país entero conoció la buena nueva. La guerra había acabado.
Había merecido la pena estar allí, al fin y al cabo, aquellos hombres devolvieron a sus gentes el auténtico don de la vida: la libertad.
Ahora pensaba en la medalla que recibiría, en el tratamiento especial con el que iba a ser recompensado... pero no le importaba. Había obtenido mucho más de lo que esperaba antes de aquel amanecer. Sólo quería descansar y olvidar aquel horror.
Sin más, se levantó de la silla frente al televisor y apagó la videoconsola.

Anécdotas sobre mi ordenador I

Hola de nuevo! Hoy, debido a los calores que estamos sufriendo, voy a contar una bonita anécdota que me ha venido a la cabeza.
Un buen día de diciembre de hace algún tiempo, compré un ordenador potente para hacer la carrera (bueno vale, para que me funcionaran los últimos juegos) con procesador AMD, en una cadena de informática de cuatro letras que empieza por J. Sin más novedad, el ordenador funcionó perfectamente hasta que empezaron los primeros calores de la primavera.
De todos es sabido que los AMD a altas frecuencias se calientan más que Shin-Chan con Nanako, pero parece ser que los vendedores no lo sabían.
Total, que el ordenador empieza a colgarse sin parar, se reiniciaba solo, el buffer de la grabadora iba a su bola y demás problemas. Así que un buen dia decido abrir la carcasa y me encuentro el siguiente panorama: las abrazaderas de los cables medio derretidas (de hecho había una fundida sobre el módem que parecía una pizza cuatro quesos) y una bonita pegatina transparente tapando la salida del aire. En esta pegatina se podía leer: Remove this label before the deliverance (quitar la pegatina antes de la entrega).
Bien, de todo esto se deduce mi enfado y consternación, así que le quito la pegatina, limpio el desastre y dejo la caja abierta para que entre el aire. Además me aseguro de que funcione el ventilador del procesador.
Pasan los dias y la cosa iba mejor, los sensores de temperatura indicaban temperaturas altas pero moderadas (aunque detectaba borrascas en el NorthBridge), sin embargo al poco tiempo vuelven los problemas. Calor y más calor y, finalmente cae la grabadora.
Voy al servicio técnico (si se le puede llamar así al circo que tienen en la trastienda esa gente) de la tienda donde lo compré, y explico mi problema con la grabadora. El muy eficiente "técnico" no se lo cree, y prueba a grabar un CD. Obviamente le falla la grabación. Pensativo e insistinte vuelve a intentarlo y claro está, vuelve a fallar. Ahora sí se le enciende la bombillita en la cabeza y me pregunta con cara de satisfacción: "¿Has probado a grabar con juegos?". Claro, ante esta pregunta me quedo a cuadros, ¿tal vez compré una grabadora específica para juegos y mi ignorancia me tenía cegado?. Le digo que sí y que además de juegos me gustaría grabar más cosas (como un letrero en su frente que pusiera Nothing Inside). Y nada, se queda el ordenador y la grabadora para arreglármelo y ponerme más memoria.
De nuevo trascurren unos interminables dias hasta que el ordenador está listo y voy a buscarlo. Me saca el ordenador, me planta la factura y mientras voy pagando le pregunto si ya no se cuelga y va finito. A esta pregunta, el premio nobel atrapado en el trabajo de un técnico de ordenadores me responde: "Ah! ¿pero que se colgaba? Yo lo he encendido y no se me ha colgado". Bueno, me imagino su gran reparación, el tio puso la memoria nueva, me cambió la grabadora vieja por una nueva y arreglado. Así que pago la factura y me voy, consciente de que pronto volveré a estar allí.
Pero ahora viene lo bueno de verdad. Llego a casa, mi padre hartito de pagar facturas de ordenadores en los últimos meses, y me dispongo a encender el ordenador. Arranca el sistema operativo, reconoce la memoria y la grabadora (creedme, no las tenía todas conmigo), y cuando voy a intentar olvidar mis problemas matando zombies, el oprdenador se apaga. Lo intento volver a encender doscientas veces y nada. Tan cabreado que por poco me convierto en la Masa, cojo el ordenador y me voy a la tienda a que me lo arreglen bien (la reparación lógicamente aún estaba en garantía). Le monto el pollo al tipejo de la tienda y le digo que ya me lo está reparando que lo necesito para trabajar urgentemente. El tio me dice que de garantía nanai, que la garantía la tiene la memoria y la grabadora que me habia instalado, no la reparación que, según él, yo jamás llegué a encargarle. Así que cuando el tio se iba para dentro con mi ordenador, se lo quito de las manos y me voy gritando las maravillas de la tienda, su personal y demás ante unos cuantos clientes que allí se encontraban.
Directamente llevo el ordenador a otra tienda importándome un pepino que se le pase la garantía al ordenador y gaitas. Lo dejo en la otra casa, unos grandes profesionales de verdad, eficientes, educados y desde luego que saben lo que hacen y me voy a mi casa. Dias después recibo una llamada del servicio técnico, y tras identificarse esto es lo primero que me dice: "¿Pero quien demonios te ha montado esto? Tienes un ventilador que no sirve ni para un Pentium a 500Mhz en un AMD 1 Ghz. Menuda chapuza. Mira, tienes la placa base rota, se han fundido alguno componentes y el procesador vamos a mirarlo pero la cosa pinta mal." Nada, ante estas noticias les pido que cambien lo que sea pero que me lo dejen finito, que quiero mi ordenador ya.
Una semana más tarde voy a recogerlo, por suerte el procesador estaba bien y no necesitó cambio, pero la placa base era nueva, y ahora tenía un ventilador que podía ponerlo de aire acondicionado en mi casa. Mientras pagaba, salió el técnico que "había llevado el caso", y me puso a parir a quienes me habian vendido el equipo en esas condiciones, yo finalmente revelé el nombre, con lo que las críticas aumentaron en volumen así como en anécdotas de casos anteriores. Pagué lo suyo, pero contento, desde entonces nunca más he vuelto al servicio técnico.

Jeje, pues eso es todo, ahora suena divertido, pero los cabreos que cogía cada vez que iba a la tienda eran de escándalo. Próximamente publicaré algunas de las conversaciones que recuerdo de las sucesivas veces que visité el establecimiento, totalmente reales, que dejan al descubierto la incompetencia de algunos miembros supuestamente productivos de nuestra sociedad.

El verano ya llegó!

Tal y como reza la célebre canción, acaba de entrar el veranito. Calor, playa, piscina, montaña, vacaciones, chicas en bikini, noches enteras jugando a la consola con los colegas y un largo etcétera. Pero no es esto lo que nos indica que el verano ya ha llegado, no no, es algo mucho más notable a la par que irritante: las visitas!
Si si, las visitas, en especial esas visitas indeseables que se producen cada verano. Nadie les llama, nadie les ofrece su casa, pero ahi están. Llegan y se instalan en tu casa sin avisar ni pedir permiso. Se comen la comida furtivamente y luego desaparecen. Todo el dia visitando otros lugares de la ciudad y cuando llega la noche ahi los tienes, cenando de gorra en tu casa.
Lo mejor de esto es que nadie se atreve a decirles nada. Es más, cada vez que te los encuentras haces como que no y miras para otro lado, o sales corriendo. Ya se ocupará alguien de decirles algo. Todo menos echarlos tú mismo.
Pero bueno, al final sin decir nada, tal como vinieron se van. Sólo nos dejan amargos recuerdos y la certeza de que al año que viene volverán, nada más sabemos de ellos. Ah bueno, si. Gracias al anuncio sabemos que nacen, crecen, se reproducen y Cucal las mata bien muertas.

La Ciudad de Piedra

La Ciudad de Piedra es un lugar elevado rodeado de verde y fresca hierba. No siempre luce el sol; a menudo poderosas nubes cubren el horizonte y la blanca tonalidad de las piedras se vuelve gris, pero cuando el sol retorna siempre lo hace con una intensidad que no se recordaba. También llueve: el agua riega la tierra que sirve de asiento a la ciudad. Y lejos de hundirla, hace crecer la hierba que alimenta a las criaturas que pasean entre las recias paredes, dando vida a la ciudad. Expuesta como está a los elementos -debido a su privilegiada situación-, el viento suele azotarla provocando un sonido único al silbar entre las piedras, dando a la ciudad una voz propia sobre el valle que domina.
Sombría y triste, luminosa y cálida al mismo tiempo. Vacía, sumida en un silencio del que nadie sabe si jamás despertará. Una calma tensa cubre la ciudad como un manto que en cualquier momento pudiera caer, revelando una frenética actividad. Un lugar donde el tiempo se para a tomar el té, cansado de desgranar los segundos.
Muy pocas personas han caminado alguna vez por sus empedradas calles, y menos todavía han podido observar el amanecer desde la ostentosa plaza. Sin embargo, la ciudad siempre soñó con algún aventurero merecedor de ello osado a emprender la marcha.
Si, es un lugar peculiar, más aún cuando nadie la conoce salvo por palabras de otros que dicen haber oído hablar de ella.
No se si he dicho algo sobre el nombre. ¿Qué es para ti la Ciudad de Piedra?

Abriendo fuego

La primera vez siempre es algo especial, para bien o para mal. A veces tenemos miedo de empezar, otras veces ganas increíbles, pero siempre hay un sentimiento asociado. Yo tengo una mezcla de los dos. Siempre he sido un escritor frustrado... hasta hoy. Aquí voy a tratar de expresar, con mayor o menor acierto, mi visión de las cosas. Unas veces lo haré por placer, otras por rabia. Algunas veces seré irritante, otras cómico. Pero cada vez que aparezca una de esas ideas que cruza mi mente a velocidad del rayo, o una de las que se queda acomodada en mis maltrechas neuronas torturándome durante tiempo indefinido, la cogeré por la solapa y la empujaré a una nueva zona en blanco en la pantalla.