Hard Rock Hallelujah!

Como algunos ya sabréis -y si no os lo digo yo-, la edición de este año de Eurovisión se celebró ayer sábado con resultados sorprendentes. Realmente no soy muy seguidor de esta patraña de concurso, que no es más que politiqueo con excusa musical, pero si que me gusta echarle un ojo de vez en cuando a la gala, ya que siempre hay alguna moldava o griega con buenas aptitudes. Pero además este año tenía una motivación extra: los finlandeses Lordi.
El grupo en cuestión, Lordi, son una banda de heavy metal -dile rock duro- que aparecen en escena disfrazados de monstruos, al más puro estilo película de zombis. Tienen un par de discos más algunos singles, desde que sacaron su "Get Heavy" en el 2002. Combinando su rock duro de corte ochentero con la agresiva estética de sus disfraces, en poco tiempo se hicieron un hueco en el panorama musical de su país, lo que les llevó a presentarse al concurso de selección de representante para Eurovisión -cosa que la mayoría de grupos de rock descarta de base- con el resultado de que el público les eligió a ellos, muy a pesar de la televisión finlandesa, ya que desde que se anunció su participación han tenido que sufrir en sus carnes ataques acusándolos de satanismo -cómo no-, y eso que una de sus canciones dice: "Devil is a loser and he`s my bitch"; ¿qué clase de satánico diría eso?.
La canción elegida para Eurovisión fue "Hard Rock Hallelujah!", una canción de rock melódico con estribillo pegadizo cuyo mensaje, lejos de ser satánico, dice algo así como que cuando sobrevenga el "Arockalypse" la salvación llegará con el hard rock. Su puesta en escena, lejos de utilizar bailarinas guapísimas de largas piernas, se basó en lo que es una actuación de un grupo de rock, con abundante pirotecnia -que tuvieron que pagarse entre ellos y el club de fans, ya que la televisión finlandesa no lo hizo-, un maquillaje que les cuesta cerca de cuatro horas conseguir y unas alas que desplegaba el cantante en el momento álgido del tema.
Tal vez por lo chocante del espectáulo, por simpatía, por la canción o por todo junto, el país ganador fue Finlandia por una gran cantidad de votos. Como diría más tarde Mr. Lordi, el vocalista del grupo: "Piensa en ello, una banda de rock ha ganado un concurso de pop. Hemos desmostrado que Europa no es un lugar tan malo". Y la verdad es que fue cuanto menos curioso ver el castillo de fuegos dedicado al ganador mientras Lordi interpretaban su canción. Han demostrado que se puede triunfar haciendo rock, y que no es una música marginal, ya que ha gustado a media Europa.
Su momento de gloria ha llegado lógicamente ahora y no será raro verles en todo tipo de galas, tampoco lo será escuchar la canción hasta aburrirla en televisiones y pubs, ni tampoco pasarán más de tres días para que puedas descargarte el "politono hardrock". Pero sea como sea, enhorabuena a estos tíos y Hard Rock Hallelujah!.

Men at work

El otro día, tuve la posibilidad de visitar el nuevo parque temático que han puesto debajo de mi casa: Zanjaventura, y la verdad es que es divertidísmo. Ambientado a caballo entre en el antiguo Egipto, la Europa de la Segunda Guerra Mundial y las posadas de Don Quijote, posee unas cuantas atracciones para el disfrute de sus visitantes. Puedes subirte a "La Gran Duna", que consiste en trepar a lo alto de una montaña de arena colocada en medio de la acera; puedes entrar en el simulador "As de la Guerra", que no es más que subirte en tu coche y atravesar la calle como si condujeras un Pánzer, el objetivo consiste en evitar que los "soldados" de azul de las trincheras te llenen el coche de tierra; también es posible participar en los concursos de piropos que celebran cada día los moradores de las arenas y, cómo no, podemos jugar a meter tres pelotas de tenis por la hucha de alguno de los currelas agachados.
Este parque temático, por supuesto, tiene también espectáculos -por si el concurso de piropos no es suficiente-. Cada día, se puede asistir a un concierto de instrumentos de metal: picos, palas, vallas y taladradoras. Además, en cada una de estas funciones se intenta batir el récord de decibelios -actualmente en posesión de Manowar-. A mí el movimiento que más me gusta es el tercero, cuando las taladradoras se unen a las palas rascando el suelo y suena el coro de voces carajilleras. Los horarios de este espectáculo son siempre que quieras dormir u oír algo de la tele.
El segundo espectáculo es el derribo de valla en cadena, que se produce en momentos aleatorios del día, siempre que un operario aparta la valla para que pase un vehículo. Curiosamente coincide con el instante en que se pronuncia la frase más importante de la película que estabas viendo.
Luego, ¿qué decir del personal del parque?. Con los modales de un pirata del Caribe español y una gran cultura popular de la España profunda, te introducen de lleno en momentos históricos que jamás creíste poder vivir de este modo.
De momento esto es todo lo que hay, pero es que acaban de abrir y todos sabemos que lleva un tiempo hacerse un sitio en este competitivo mundo. Lo que si puedo asegurar es que van a abrir franquicias por todas partes, y que no se extrañe nadie si mañana mismo se topa con una valla amarilla al salir a la calle. Tendrá ante sí las puertas de un mundo mágico e inigualable.

USAR jugabilidad CON gráficos increíbles

El otro día, visitando una web sobre videojuegos de esas que hacen análisis de cada título en todos sus apartados, me llamó la atención un hecho curioso. De tres crónicas que leí sobre juegos recién salidos al mercado, las puntuaciones en el apartado de "jugabilidad" eran inversamente proporcionales a las puntuaciones en "gráficos", siendo en los tres casos altísima la calidad gráfica y con una jugabilidad cercana al cinco. Y la verdad es que es un hecho bastante habitual.
No quiero decir con esto que la calidad gráfica esté reñida con la jugabilidad, ya que hay múltiples videojuegos en que van cogidas de la mano. Sin embargo, parece que en muchas ocasiones, las prisas de las compañías por colapsar el mercado con sus productos, provoca que se cuide menos la jugabilidad o la originalidad que los gráficos, ya que éstos siempre serán los que nos llamen la atención en un primer momento. De esta forma, encontramos a la venta títulos diferentes con una misma línea argumental e incluso forma de juego que sus antecesores o, incluso, que videojuegos de otras compañías.
Ante esto, me es inevitable recordar juegos cuya deliciosa jugabilidad me encandiló -y lo sigue haciendo- en los noventa: la Edad de Oro de las aventuras gráficas llegó a nuestros equipos. Una serie de pantallas fijas, donde se movían algunos personajes todos pixelados a más no poder, y un panel de órdenes -abrir, cerrar, ir a, usar...- era todo el apartado gráfico necesario. Después, unas grandiosas tramas y difíciles acertijos hacían el resto.
Inolvidables frases del estilo de "es la segunda cabeza de mono más grande que he visto", absurdas discusiones a lo Monty Phyton sobre cuántos robles roería un roedor o duelos a espada donde premiaba la originalidad en los insultos, hicieron que Monkey Island (allá por el año 90) y sus secuelas alcanzaran el rango de clásico entre los clásicos. Recientemente he vuelto a jugar esta saga, y aunque en la cuarta entrega ya iba perdiendo, la originalidad sigue siendo palpable, así cómo los ácidos toques de humor, lo que unido a su moderada dificultad asegura horas de entretenimiento. Otras aventuras como Sam and Max, Day of the Tentacle, Loom y demás, demostraron que aún con unos gráficos normalitos, se puede conseguir un producto de excelente calidad.
Así que, tal y como está el tema, no pido que no hagamos uso de la técnica a nuestro alcance, hay que conseguir los mejores gráficos posibles, claro está, pero eso sí, siempre teniendo en cuenta que lo que hace que no dejes el juego acumulando polvo en la estantería es su jugabilidad. ¡Ah!, y una última cosa: ¡mira detrás de tí, un mono de tres cabezas!.