La Ciudad de Piedra

La Ciudad de Piedra es un lugar elevado rodeado de verde y fresca hierba. No siempre luce el sol; a menudo poderosas nubes cubren el horizonte y la blanca tonalidad de las piedras se vuelve gris, pero cuando el sol retorna siempre lo hace con una intensidad que no se recordaba. También llueve: el agua riega la tierra que sirve de asiento a la ciudad. Y lejos de hundirla, hace crecer la hierba que alimenta a las criaturas que pasean entre las recias paredes, dando vida a la ciudad. Expuesta como está a los elementos -debido a su privilegiada situación-, el viento suele azotarla provocando un sonido único al silbar entre las piedras, dando a la ciudad una voz propia sobre el valle que domina.
Sombría y triste, luminosa y cálida al mismo tiempo. Vacía, sumida en un silencio del que nadie sabe si jamás despertará. Una calma tensa cubre la ciudad como un manto que en cualquier momento pudiera caer, revelando una frenética actividad. Un lugar donde el tiempo se para a tomar el té, cansado de desgranar los segundos.
Muy pocas personas han caminado alguna vez por sus empedradas calles, y menos todavía han podido observar el amanecer desde la ostentosa plaza. Sin embargo, la ciudad siempre soñó con algún aventurero merecedor de ello osado a emprender la marcha.
Si, es un lugar peculiar, más aún cuando nadie la conoce salvo por palabras de otros que dicen haber oído hablar de ella.
No se si he dicho algo sobre el nombre. ¿Qué es para ti la Ciudad de Piedra?

Abriendo fuego

La primera vez siempre es algo especial, para bien o para mal. A veces tenemos miedo de empezar, otras veces ganas increíbles, pero siempre hay un sentimiento asociado. Yo tengo una mezcla de los dos. Siempre he sido un escritor frustrado... hasta hoy. Aquí voy a tratar de expresar, con mayor o menor acierto, mi visión de las cosas. Unas veces lo haré por placer, otras por rabia. Algunas veces seré irritante, otras cómico. Pero cada vez que aparezca una de esas ideas que cruza mi mente a velocidad del rayo, o una de las que se queda acomodada en mis maltrechas neuronas torturándome durante tiempo indefinido, la cogeré por la solapa y la empujaré a una nueva zona en blanco en la pantalla.