Metallic way of life (El finntroll de mi finntrolleria II)

En esta entrada vamos a ver cómo es la vida de un metalero (heavy común) en un festival de heavy metal.
La preparación del viaje es fundamental: una bolsa de deporte llena de camisetas negras, pantalones cortos con cadenas, mudas limpias, crema solar, tienda de campaña del carrefour y una bolsa nevera con mucha cerveza para el largo camino en autobús. Después de unas cuantas horas de viaje, con el autobús transformado en el "yellow submarine" de los Beatles, los tímpanos acostumbrándose a los decibelios con los recopilatorios de las bandas más punteras, se llega al festival. Y empiezan las aventuras.
El autobús para lejos de la acampada y tienes que cargar con todos tus pesados trastos, primero hasta entrada de la zona de conciertos, para que te marquen como al ganado con tu pulsera fluorescente, y luego deshacer el camino hasta la zona de acampada. Llegas con los brazos destrozados pero nunca lo dirás, ¿acaso no estás hecho de metal?, el dolor no existe para el heavy. Ya en la acampada, tienes que elegir sitio entre todos tus colegas para plantar el campamento base, y esto es más dificil que hacer que Pocholo se deje las drogas. Al final, se encuentra un sitio a gusto de todos, lejos de los servicios y duchas (para evitar las posibles riadas) y se procede al levantamiento de las tiendas.
Esto es francamente divertido. Abres tu nueva tienda orgulloso sabiendo que jamás volverá a caber en su funda, estiras las lonas, miras con escepticismo los palitos que forman el armazón, observas a tus compañeros y haces la pregunta que todo el mundo hace: ¿alguien sabe cómo coño va esto?. Mirando las instrucciones y, con los sabios consejos de todo el que te ve montar la tienda, acabas construyendo tu morada. Le haces fotos para que luego todos vean lo bien que te quedó, pero por dentro piensas "no se si esto va a aguantar mucho", y dices a los de alrededor aquello de "bueno, mientras que no llueva ni haga aire, bien". Eso es seguridad, si señor, una tienda que resiste a los elementos como ninguna.
Ahora procedemos a amueblar la tienda de campaña, porque al heavy, al contrario de lo que se piensa, le gusta dormir como un señor, ya lo dijo Tolkien "...era una tienda heavy, y eso significa comodidad". Cogemos la colchoneta con cubierta de pelillos que hacen que no se enfríe el plástico por la noche, y procedemos a hincharla, pero entre el cierre de seguridad y nuestros maltrechos pulmones nos tiramos casi una hora para hincharla totalmente. Caras rojas como tomates, agujetas en los labios de tanto soplar y casi sin poder respirar, pero ha valido la pena. Ahora se establece las tiendas que guardarán la comida y las del resto de materiales, y ya casi estamos listos para ir a la zona de conciertos.
Ponemos el arroz para que se haga al horno en la tienda (las temperaturas alcanzadas durante el día dentro de una tienda del metal llegan a ser increíbles) y revisamos nuestra indumentaria. Camiseta negra de algún grupo que nos guste, chaleco vaquero lleno de parches por encima fabricado con una vieja chaqueta, pantalones cortos para evitar el calor, zapatillas de montaña para poder estar de pie mucho rato, cadenas, anillos, gafas de sol, bronceador para no quemarnos, cámara de fotos y ya estamos listos. Aunque también puede irse disfrazado de estrella del rock o de Obelix, como en el último evento.
No volveremos al campamento hasta bien entrada la noche, cuando tras montar algo de jaleo, se dormirá como bebés un par de horas hasta que amanezca. Tras levantarnos, inmediatamente nos acicalaremos en las duchas comunales unisex y procederemos a desayunar. Medio escondidos en la tienda, nos tomaremos un zumito o similar con alguna magdalena, pero un poco después, haremos ver que nuestro verdadero desayuno es un litro de cerveza, porque ante todo somos duros.
Y ahora si que si, ha llegado la hora de ir a los conciertos. Caminamos animadamente hasta la entrada, con la cámara de fotos escondida en alguna parte de nuestra indumentaria por el tema de los derechos de autor, y tras las miradas de los seguratas entramos.
Más en la próxima entrada.

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