Medalla de honor?

Agazapado detrás de una rocas, cubierto como estaba de polvo, exhausto hasta decir basta, era la persona más feliz del mundo.
Había pasado los últimos meses combatiendo en un lugar extraño por unos ideales que no eran los suyos. Las muertes que había cobrado le valieron muchos galones en su casaca y un tremendo pesar en su corazón. Aquellos hombres tenían el mismo motivo que él para permanecer allí rehuyendo a la muerte: sobrevivir.
Sin ir más lejos, durante las últimas horas había formado parte de la mayor ofensiva militar de la historia. Y había valido la pena.
Cansado de sentir el susurro de la muerte junto a su oído, de arriesgar su vida por defender una posición que le decían era estratégica, se presentó voluntario para la última batalla. Antes del amanecer ya se encontraba avanzado hacia el búnker. Al despuntar el alba cayeron sobre el edificio enemigo. Las balas silbaron, estallaron los obuses, sus compañeros caían aquí y allá. Mataban y eran matados por decenas. La muerte se cebó con la zona. Todos ellos sabían que no había nada más: ganar y vivir libres o caer en el olvido.
Largas horas duró la contienda, pero finalmente un movimiento estratégico de su pelotón les permitió envolver el búnker por dos flancos. Mientras sus compañeros atraían el fuego hacia si, ellos sorprendieron al enemigo. No dejaron alma con vida en aquel lugar.
Un anuncio por radio transmitió la noticia al resto del ejército. Al cabo de pocos momentos el país entero conoció la buena nueva. La guerra había acabado.
Había merecido la pena estar allí, al fin y al cabo, aquellos hombres devolvieron a sus gentes el auténtico don de la vida: la libertad.
Ahora pensaba en la medalla que recibiría, en el tratamiento especial con el que iba a ser recompensado... pero no le importaba. Había obtenido mucho más de lo que esperaba antes de aquel amanecer. Sólo quería descansar y olvidar aquel horror.
Sin más, se levantó de la silla frente al televisor y apagó la videoconsola.

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